EL JARDÍN A MEDIANOCHE

Hace muchos años, en una pequeña casa vivía una familia que no era ni pobre ni rica. La familia García estaba compuesta por el señor y la señora García y sus dos hijos llamados Pedro y Pablo. Pedro era bueno, simpático y obediente, pero en cambio Pablo era bromista, desobediente y un poco holgazán.

Un día el señor y la señora García oyeron una leyenda sobre un jardín que se volvía mágico a media noche. Al no creerse la leyenda, fueron a la casa del gran sabio del pueblo para preguntarle si la leyenda era cierta, a lo que el sabio respondió: «La leyenda es cierta, pero si alguien va al jardín y es media noche y observa las maravillas que hay en él, al día siguiente, a media noche no se volverá a repetir la escena de la noche anterior.» Además, el  sabio les dijo que por ahora nadie se había atrevido a ir al jardín a medianoche por temor a lo que pudiera pasar.

Una semana después de la visita con el sabio, la familia decidió irse de picnic  al jardín mágico. El picnic transcurrió bien y sin accidentes. Por la tarde volvieron a su casa y Pablo se escapó al jardín y esperó impacientemente escondido detrás de un matorral a que llegaran las doce.

Al llegar la medianoche, aparecieron hadas y duendes por todas partes, que momentos después se iluminaron. Las flores cobraron movimiento, y bailaron al son de una melodía muy extraña procedente de los árboles. Un delicioso aroma llegaba desde las flores más altas. Era un espectáculo increíble. Pablo se lo estaba pasando genial, mientras, en el pueblo su familia le estaba buscando por todas partes.

A la mañana siguiente le encontraron en el jardín, transformado en piedra. Nadie sabe cómo ni porque, pero en su cara había una sonrisa dibujada.

 

Carla M.